jueves, 26 de mayo de 2011

La Secta del Fénix (Jorge Luis Borges)

Para los de 4to de Secundaria (actualmente 6to). No se olviden leer para el martes y comparar con el cuento leído.

Jorge Luis Borges

(1899–1986)


La secta del Fénix

(Ficciones: 1944)

Quienes escriben que la secta del Fénix tuvo su origen en Heliópolis, y la derivan de la restauración religiosa que sucedió a la muerte del reformador Amenophis IV, alegan textos de Heródoto, de Tácito y de los monumentos egipcios, pero ignoran, o quieren ignorar, que la denominación por el Fénix no es anterior a Hrabano Mauro y que las fuentes más antiguas (las Saturnales o Flavio Josefo, digamos) sólo hablan de la Gente de la Costumbre o de la Gente del Secreto. Ya Gregorovius observó, en los conventículos de Ferrara, que la mención del Fénix era rarísima en el lenguaje oral; en Ginebra he tratado con artesanos que no me comprendieron cuando inquirí si eran hombres del Fénix, pero que admitieron, acto continuo, ser hombres del Secreto. Si no me engaño, igual cosa acontece con los budistas; el nombre por el cual los conoce el mundo no es el que ellos pronuncian.

Miklosich, en una página demasiado famosa, ha equiparado los sectarios del Fénix a los gitanos. En Chile y en Hungría hay gitanos y también hay sectarios; fuera de esa especie de ubicuidad, muy poco tienen en común unos y otros. Los gitanos son chalanes, caldereros, herreros y decidores de la buenaventura; los sectarios suelen ejercer felizmente las profesiones liberales. Los gitanos configuran un tipo físico y hablan, o hablaban, un idioma secreto; los sectarios se confunden con los demás y la prueba es que no han sufrido persecuciones. Los gitanos son pintorescos e inspiran a los malos poetas; los romances, los cromos y los boleros omiten a los sectarios... Martín Buber declara que los judíos son esencialmente patéticos; no todos los sectarios lo son y algunos abominan del patetismo; esta pública y notoria verdad basta para refutar el error vulgar (absurdamente defendido por Urmann) que ve en el Fénix una derivación de Israel. La gente más o menos discurre así: Urmann era un hombre sensible; Urmann era judío; Urmann frecuentó a los sectarios en la judería de Praga; la afinidad que Urmann sintió prueba un hecho real. Sinceramente, no puedo convenir con ese dictamen. Que los sectarios en un medio judío se parezcan a los judíos no prueba nada; lo innegable es que se parecen, como el infinito Shakespeare de Hazlitt, a todos los hombres del mundo. Son todo para todos, como el Apóstol; días pasados el doctor Juan Francisco Amaro, de Paysandú, ponderó la facilidad con que se acriollaban.

He dicho que la historia de la secta no registra persecuciones. Ello es verdad, pero como no hay grupo humano en que no figuren partidarios del Fénix, también es cierto que no hay persecución o rigor que éstos no hayan sufrido y ejecutado. En las guerras occidentales y en las remotas guerras del Asia han vertido su sangre secularmente, bajo banderas enemigas; de muy poco les vale identificarse con todas las naciones del orbe.

Sin un libro sagrado que los congregue como la Escritura a Israel, sin una memoria común, sin esa otra memoria que es un idioma, desparramados por la faz de la tierra, diversos de color y de rasgos, una sola cosa ­el Secreto­ los une y los unirá hasta el fin de sus días. Alguna vez, además del Secreto hubo una leyenda (y quizá un mito cosmogónico), pero los superficiales hombres del Fénix la han olvidado y hoy sólo guardan la oscura tradición de un castigo. De un castigo, de un pacto o de un privilegio, porque las versiones difieren y apenas dejan entrever el fallo de un Dios que asegura a una estirpe la eternidad, si sus hombres, generación tras generación, ejecutan un rito. He compulsado los informes de los viajeros, he conversado con patriarcas y teólogos; puedo dar fe de que el cumplimiento del rito es la única práctica religiosa que observan los sectarios. El rito constituye el Secreto. Éste, como ya indiqué, se transmite de generación en generación, pero el uso no quiere que las madres lo enseñen a los hijos, ni tampoco los sacerdotes; la iniciación en el misterio es tarea de los individuos más bajos. Un esclavo, un leproso o un pordiosero hacen de mistagogos. También un niño puede adoctrinar a otro niño. El acto en sí es trivial, momentáneo y no requiere descripción. Los materiales son el corcho, la cera o la goma arábiga. (En la liturgia se habla de légamo; éste suele usarse también.) No hay templos dedicados especialmente a la celebración de este culto, pero una ruina, un sótano o un zaguán se juzgan lugares propicios. El Secreto es sagrado pero no deja de ser un poco ridículo; su ejercicio es furtivo y aun clandestino y los adeptos no hablan de él. No hay palabras decentes para nombrarlo, pero se entiende que todas las palabras lo nombran o, mejor dicho, que inevitablemente lo aluden, y así, en el diálogo yo he dicho una cosa cualquiera y los adeptos han sonreído o se han puesto incómodos, porque sintieron que yo había tocado el Secreto. En las literaturas germánicas hay poemas escritos por sectarios, cuyo sujeto nominal es el mar o el crepúsculo de la noche; son, de algún modo, símbolos del Secreto, oigo repetir. Orbis terrarum est speculum Ludi reza un adagio apócrifo que Du Cange registró en su Glosario. Una suerte de horror sagrado impide a algunos fieles la ejecución del simplísimo rito; los otros los desprecian, pero ellos se desprecian aún más. Gozan de mucho crédito, en cambio, quienes deliberadamente renuncian a la Costumbre y logran un comercio directo con la divinidad; éstos, para manifestar ese comercio, lo hacen con figuras de la liturgia y así John of the Rood escribió:

Sepan los Nueve Firmamentos que el Dios

Es deleitable como el Corcho y el Cieno.

He merecido en tres continentes la amistad de muchos devotos del Fénix; me consta que el secreto, al principio, les pareció baladí, penoso, vulgar y (lo que aún es más extraño) increíble. No se avenían a admitir que sus padres se hubieran rebajado a tales manejos. Lo raro es que el Secreto no se haya perdido hace tiempo; a despecho de las vicisitudes del orbe, a despecho de las guerras y de los éxodos, llega, tremendamente, a todos los fieles. Alguien no ha vacilado en afirmar que ya es instintivo.

Tomado de: http://www.literatura.us/borges/lasecta.html

El Hacedor (Jorge Luis Borges)

Para los de 4to de Secundaria (actualmente 6to), leer para el martes y comparar con el cuento leído.

El hacedor

(El Hacedor, 1960)

Nunca se había demorado en los goces de la memoria. Las impresiones resbalaban sobre él, momentáneas y vívidas; el bermellón de un alfarero, la bóveda cargada de estrellas que también eran dioses, la luna, de la que había caído un león, la lisura del mármol bajo las lentas yemas sensibles, el sabor de la carne de jabalí, que le gustaba desgarrar con dentelladas blancas y bruscas, una palabra fenicia, la sombra negra que una lanza proyecta en la arena amarilla, la cercanía del mar o de las mujeres, el pesado vino cuya aspereza mitigaba la miel, podían abarcar por entero el ámbito de su alma. Conocía el terror pero también la cólera y el coraje, y una vez fue el primero en escalar un muro enemigo. Ávido, curioso, casual, sin otra ley que la fruición y la indiferencia inmediata, anduvo por la variada tierra y miró, en una u otra margen del mar, las ciudades de los hombres y sus palacios. En los mercados populosos o al pie de una montaña de cumbre incierta, en la que bien podía haber sátiros, había escuchado complicadas historias, que recibió como recibía la realidad, sin indagar si eran verdaderas o falsas.

Gradualmente, el hermoso universo fue abandonándolo; una terca neblina le borró las líneas de la mano, la noche se despobló de estrellas, la tierra era insegura bajo sus pies. Todo se alejaba y se confundía. Cuando supo que se estaba quedando ciego, gritó; el pudor estoico no había sido aún inventado y Héctor podía huir sin desmedro. Ya no veré (sintió) ni el cielo lleno de pavor mitológico, ni esta cara que los años transformarán. Días y noches pasaron sobre esa desesperación de su carne, pero una mañana se despertó, miró (ya sin asombro) las borrosas cosas que lo rodeaban e inexplicablemente sintió, como quien reconoce una música o una voz, que ya le había ocurrido todo eso y que lo había encarado con temor, pero también con júbilo, esperanza y curiosidad. Entonces descendió a su memoria, que le pareció interminable, y logró sacar de aquel vértigo el recuerdo perdido que relució como una moneda bajo la lluvia, acaso porque nunca lo había mirado, salvo, quizá, en un sueño.

El recuerdo era así. Lo había injuriado otro muchacho y él había acudido a su padre y le había contado la historia. Éste lo dejó hablar como si no escuchara o no comprendiera y descolgó de la pared un puñal de bronce, bello y cargado de poder, que el chico había codiciado furtivamente. Ahora lo tenía en las manos y la sorpresa de la posesión anuló la injuria padecida, pero la voz del padre estaba diciendo: "Que alguien sepa que eres un hombre", y había una orden en la voz. La noche cegaba los caminos; abrazado al puñal, en el que presentía una fuerza mágica, descendió la brusca ladera que rodeaba la casa y corrió a la orilla del mar, soñándose Ayax y Perseo y poblando de heridas y de batallas la oscuridad salobre. El sabor preciso de aquel momento era lo que ahora buscaba; no le importaba lo demás: las afrentas del desafío, el torpe combate, el regreso con la hoja sangrienta.

Otro recuerdo, en el que también había una noche y una inminencia de aventura, brotó de aquél. Una mujer, la primera que le depararon los dioses, lo había esperado en la sombra de un hipogeo, y él la buscó por galerías que eran como redes de piedra y por declives que se hundían en la sombra. ¿Por qué le llegaban esas memorias y por qué le llegaban sin amargura, como una mera prefiguración del presente? Con grave asombro comprendió. En esta noche de sus ojos mortales, a la que ahora descendía, lo aguardaban también el amor y el riesgo, Ares y Afrodita, porque ya adivinaba (porque ya lo cercaba) un rumor de gloria y de hexámetros, un rumor de hombres que defienden un templo que los dioses no salvarán y de bajeles negros que buscan por el mar una isla querida, el rumor de las Odiseas e Ilíadas que era su destino cantar y dejar resonando cóncavamente en la memoria humana. Sabemos estas cosas, pero no las que sintió al descender a la última sombra.

BORGES, Jorge Luis

1998 El Hacedor, Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1972, 1975, 1979,

1980, 1981, 1984, 1986, 1987, 1990, 1993, 1994, 1996, 1997, 1998.

viernes, 29 de abril de 2011

De facebook, twitter y otras redes sociales en la educación.

De facebook, twitter y otras redes sociales en la educación.[1]

Daniel R. Peñaranda Mariño

Un fenómeno bastante interesante viene sucediendo actualmente: las redes sociales. Sin interesar de quien fue la idea inicial, lo que llama la atención de estos mundos virtuales es la gran aceptación que tiene en la juventud. Actualmente resulta interesante ver como en un Internet el 80% de los usuarios están conectados en una de estas redes sociales, la más común es la del facebook. Me acuso y reconozco culpable de usar esta red. Pues en primera instancia te abre un mundo bastante amplio, siendo así uno puede estar tranquilamente chateando con un amigo en Francia, con otro en Argentina, o con el vecino del frente. Tiene gran aceptación en la juventud porque en una segunda instancia les permite romper la gran timidez que caracteriza a la juventud. Si en persona no pueden hablar a un/una chico/a, mediante estas redes les es posible no solamente hablar con ellos, sino llegar a ser sus amigos. Incluso pueden llegar a tener amigos inimaginables en su realidad, como ser artistas de renombre, o modelos. Estas redes sociales les permiten trascender sus barreras prohibitivas.

La educación en Bolivia siempre se ha caracterizado por su poco apego a las nuevas tecnologías. ¡Grave error!, pues los jóvenes aprenden más cuando se les enseña por medio de un canal que les es familiar. Grandes empresas han crecido enormemente gracias al uso de la Internet, muchos centros de enseñanza han ampliado su oferta académica mediante las clases on-line. La red ya no es un privilegio para algunos, como lo era cuando llegó a nuestro país, ahora es uno de los grandes medios de entretención y comunicación de los jóvenes. Entonces, como educadores, lo que se debe hacer es adaptar a estas redes sociales nuestras técnicas de enseñanza. Cuando abrí mi perfil en el facebook, gané muchos amigos mediante un gusto particular: la literatura; mediante un juego sencillo de preguntas y respuestas. Sinceramente pensé que muy pocas personas accederían a responder a preguntas de libros y autores en general, grande fue mi sorpresa que en una semana ya superaba las doscientas amistades. Pasado un tiempo empecé a recibir las solicitudes de amistad de algunos estudiantes, ¡gran dilema! ¿Es ético tener de amigo a un estudiante en una red social? Esta pregunta me persiguió durante mucho tiempo, siendo así, en un principio sólo acepté a ex-alumnos, para evitar cualquier malentendido. Pero, también me nació una idea: aceptar las solicitudes con un afán educador, es decir, construir un espacio donde los estudiantes puedan acceder a temas ya pasados o preguntas relacionadas con la materia. Actualmente el espacio en el facebook ya está creado y es visitado por los estudiantes que acceden a mi perfil. El éxito sólo el tiempo lo dirá, pero como herramienta es bastante útil, pues se le proporciona al estudiante un espacio donde puede solucionar sus problemas y dudas en cuanto a su aprendizaje.

Obviamente lo anterior es sólo un pequeño botón, pues las utilidades que se les pueden dar a estas redes sociales son más. Es como lanzar el anzuelo esperando capturar al pez. Mediante estas redes se puede orientar al estudiante para que vaya conociendo la red como una herramienta de investigación, proporcionándole los link’s de las páginas que a nosotros como docentes nos interesa que vean, y así ampliar su léxico internauta. Como docente agradezco bastante a comunidades virtuales que hacen posible que me actualice a diario con información fresca y novedosa (aunque mi amor siempre serán los libros, aquellas reliquias de papel y olor a imprenta), y que a la vez hacen posible que los estudiantes empiecen a culturizarse mediante la red, muchos espacios tienen sus perfiles en facebook y en twitter, como ser History Channel, National Geographic, Biblioteca Cervantes, El Aleph, y otras más. Entonces, lo que se debe hacer es refrescar al estudiante con estos nuevos espacios.

Actualmente la Institución cuenta con su página web, que es un indicio de su afán de modernización. Si bien ahora se utiliza con un fin informativo, pues los padres pueden ingresar a la misma y saber cuál es el desempeño de su hijo, a futuro se piensa en crear una comunidad virtual en la que tanto el estudiante, como el padre de familia, puedan interactuar con la institución. Como institución contamos con la sala de computación, en la que los estudiantes aprenden cuestiones básicas informáticas. A futuro se piensa crear un laboratorio en la que los estudiantes podrán tener el acceso a Internet, y por ende a los sitios que nosotros les guiemos. Gracias a la visión de los esposos Moya y La Sra. Gloria Moya, se está equipando a la institución para que nuestros estudiantes reciban la mejor educación, apoyándonos en técnicas modernas y herramientas tecnológicas. Esta apuesta tiene que ser trabajada por los docentes para poder ampliar el bagaje de conocimientos de nuestros estudiantes.

Finalmente, se está incorporando mucho de la tecnología para una mejor enseñanza. En un futuro cercano la institución será la más moderna de la ciudad de El Alto. Pero, como a toda institución le falta romper algunas prohibiciones y acceder a nuevas formas virtuales. Es más fácil que el estudiante acceda a un espacio de la institución en una red social. Esto se debe aprovechar, porque la sed de conocimiento está en los jóvenes, nuestra labor es brindarles las cantimploras necesarias, ahí donde están. Ya lo dice el viejo y conocido refrán: “si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma”, entonces nosotros tenemos que llegar a nuestros estudiantes, en todo momento, en todo lugar. Ya les di un guiño de dónde están, ahora sólo falta que ustedes den el siguiente paso.



[1] Copio el ensayo publicado en la revista del Colegio Jesús de Nazaret, con el crédito verdadero, pues es de mi autoría, corrigiendo de alguna forma el error cometido por la imprenta al poner el nombre de otra persona.

jueves, 28 de abril de 2011

DE LO PARTICULAR UNIVERSAL

Reflexiones sobre la Literatura Rioplatense

Una marcada tendencia se siente al hablar de la literatura del Río de la Plata. Esta tendencia se aboca ha demostrar la universalidad de esta literatura. Este referente carecería de sentido si no fuese así, pero, como varios autores lo demuestran, esta literatura se ha ganado y merece esa adjetivación, pues es universal. Tenemos a dos autores que indagan sobre el tema, Ricardo Piglia, y Juan José Saer.

Ricardo Piglia cuestiona la existencia de una novela argentina. Este cuestionamiento se basa en el cruce o polarización con la literatura polaca (por decirlo así), el entramado de la traducción. Una literatura que se ve expuesta como una en todas partes, pues no existe traducción, sino apropiación o re-invención de una nueva literatura. Cuando se traduce se re-escribe la ficción y se tiene una nueva. Esta nacerá del producto o de la traducción, atravesando los problemas lingüísticos por un lado, y por otro el de mantener un tono, un estilo, un lenguaje. Esta tensión crea una dualidad en la escritura, la lengua materna y en la que se escribe:

Borges lleva a la perfección un estilo construido a partir de una relación desplazada con la lengua materna. Tensión entre el idioma en que se lee y el idioma en que se escribe que Borges condensó en una sola anécdota (sin duda apócrifa). El primer libro que leí en mi vida, dijo, fue el Quijote en inglés. Cuando lo leí en el original pensé que era una mala traducción. (En esa anécdota ya está, por supuesto, el Pierre Menard.) ¿Cómo leer el español como si fuera el inglés? O mejor: ¿cómo escribir en un español que tenga la precisión del inglés pero que conserve los ritmos y los tonos del decir nacional? Cuando Borges resolvió ese dilema construyo una de las mejores prosas que se han escrito en esta lengua desde Quevedo. [PIGLIA, 1986: 38]

Esta transición de una escritura a otra origina lo que el autor denomina el sentir nacional (argentino). La literatura argentina, según esto, es el resultado del trabajo de una universalidad en el lenguaje. Trabajar desde la esencia del lenguaje no como un efecto del habla, sino como una construcción que permite el acceso a un lenguaje universal. Nace la idea de un particular universal. Borges es único, pero es universal. La literatura argentina se construye en los cruces o riquezas del intercambio de las traducciones, a decir de Piglia. Aunque queda latente la pregunta si existe una novela argentina. Piglia propone que los novelistas escriben para contestar a esa pregunta, dejando de manifiesto esta universalidad, pues con el producto logrado no se podría hablar de un regionalismo o nacionalismo, sino de un universalismo de sus escritores.

En una línea en apariencia distinta encontramos a Saer. Este autor reflexiona sobre el peligro del tradicionalismo, pues este ahoga a las tradiciones. La diferencia que marca es interesante, pues hace del tradicionalismo una corriente que congela las posibilidades de una tradición en movimiento, pues la tradición puede cambiar sin perder su esencia, en cambio el tradicionalismo se frena en el tiempo y espacio y congela todo a su alrededor. Para ejemplificar esto recurre a las religiones que conservan un tradicionalismo sin cambio. Confronta este hecho con el arte, que tiene tradición, pero no por esto se estanca, sino que se enriquece de cada nueva propuesta y logra ampliarse. En ese afán encuentra o se refiere al Río de la Plata, como un pequeño lugar que en poco más de tres siglos “afrontó en sucesión precipitada luchas, pruebas y transformaciones”, que “ostenta desde sus orígenes un gusto por lo lejano, por heterodoxo, por lo diferente.” (1999: 101). En este escenario se hace presente una cultura particular al resto de América:

En el siglo XX, permeable a muchas influencias, del socialismo a la literatura fantástica, del surrealismo al pensamiento estructuralista, del marxismo al psicoanálisis, la cultura del Río de la plata alcanzó madurez, diversidad y universalidad. [1999: 102]

Como se advierte en el fragmento esta cultura apunta a lo universal. Nace esta idea de que el universo, al igual que una analogía, está condensado en un pequeño espacio, en este caso el Río de la Plata. Las alusiones al Aleph borgiano no son arbitrarias, porque es la mejor manera de demostrar que el universo (literario) está condensado o representado en ese espacio, con escritores de ese lugar. La propuesta de Saer va más allá de la de Piglia porque suma su reflexión de tradición y cambio, y la condensa con la universalidad del Río de la Plata. Se siente ese ser particular universal, ya no es el universo en un pequeño espacio, sino el pequeño espacio que se expande a todo el universo, el sentido mismo de la analogía.

Para terminar. Ambos autores proponen la universalidad de la literatura, ya sea por la interrelación en las traducciones, el crear un nuevo lenguaje con características universales, o el ver el mundo desde un lugar. Esta universalidad de la literatura enriquece el sentido mismo de la labor del escritor, pues a diferencia de ser éste sentado frente a la hoja en blanco, es el universo mirando por sus ojos cómo será escrito.

BIBLIOGRAFÍA

PIGLIA, Ricardo

1986 ¿Existe la novela argentina?, en Crítica y ficción, Seix Barral, B. Aires.

SAER, Juan José

1999 Tradición y cambio en el Río de la Plata, en La narración- objeto, Planeta, B. Aires.